top of page

El Ciclo de la Vid

El Ciclo de la Vida

El hombre frente a la naturaleza. Conseguir dominarla. Cultivarla. A partir de unas plantas que de inicio aparentan estar sin rastro de vida, congeladas. Y mediante el esfuerzo constante, la paciencia y la perseverancia, aplicando la sabiduría para aprovechar el potencial que la naturaleza nos ofrece generosamente, guiarla y a su vez dejarla hacer. Y constatar que una vez más, en un ciclo infinito, la vida retorna a lo que parecía inane, estéril, apagado. Y surgen los primeros brotes. Y después esas plantas, jóvenes o centenarias, se visten de verde. Y aparece la flor de la viña. En seguida surgen los racimos en formación. Ahora los racimos ya formados, sanos, rotundos. Y el viticultor, es decir, el que aplica la cultura a la vid, siempre atento, cuidando y dirigiendo. Viene el final del verano y con él la vendimia, la recogida del fruto. Pero no está el trabajo hecho. Se extrae el mosto, el elixir que contiene el espíritu, la esencia. Y ese elixir pasa a las barricas en donde entra en juego la alquimia, la magia de la transformación, gracias a los conocimientos arcanos del viticultor. Ya es vino, que pasa a una botella como un genio que queda encerrado, a la espera de ser liberado cuando se la abra y conceder los deseos de olor, sabor, color, tacto y el sonido del entrechocar de copas en noches de complicidad.

Mientras, la vid toma el color del otoño, preludio de su desvestir para volver al sueño del invierno, hasta que se vuelva a despertar y comience de nuevo el Ciclo de la Vid, el Ciclo de la Vida.

Proyecto desarrollado a lo largo de más de cuatro años, entre 2016 y 2020, siguiendo la mágica producción vinícola de la mano del viticultor Esteban Celemín Díez, artista del vino y sobre todo amigo. Un proyecto fotográfico cuya mejor parte fue todos los momentos pasados entre viñas y vinos.

bottom of page